Castelo de Moura

Castillo de Moura

Se ubica en el municipio Moura, distrito de Beja en Portugal. En la confluencia de la ribera de Brenhas con la ribera de Lavandeira, tributaria del río Ardila, a la margen izquierda del río Guadiana. Se cree que la primitiva ocupación humana de este sitio se remonta a un castro de la Edad del Hierro, sucesivamente ocupado por los Romanos, por los Visigodos y los Musulmanes, fue capital de la provincia de Al Manijah, según los diversos testimonios arqueológicos actualmente recogidos al Museo Municipal de Moura. La construcción de la fortificación musulmana, data de mediados del siglo XI a principios del siglo XII, de la cual nos llegaron algunos vestigios, como la llamada Torre de la Saluquia.

Sobre una elevación caliza, en la cota de 184 metros sobre el nivel del mar, el Castillo de Moura se compone de alcazaba y barbacana de planta ovalada. En su interior se sitúan las ruinas del Convento de Nuestra Señora de la Asunción (abandonado desde 1875) y de la iglesia anexa, erigidos a partir de 1562 en el lugar de la primitiva Iglesia Matriz. La iglesia es de planta rectangular y nave única, destacándose la tumba, en estilo manuelino, de Pedro y Álvaro Rodrigues, conquistadores de Moura a los musulmanes en 1166, y protagonistas de la leyenda de fundación de la villa.

Imagen Satélite del Castelo de Moura. Fuente: Google

A la alcazaba se accede por una puerta en codo, al sudeste. El conjunto está dominado por la Torre del Homenaje de planta cuadrada, presenta merlones prismáticos. En algunos fragmentos de la muralla todavía subsiste el adarve. La cerca externa es reforzada por torres de planta cuadrangular y circular. En el siglo XIX una de las torres fue adaptada a la Torre del Reloj. La Torre del Homenaje, en estilo gótico, maciza en la parte inferior, tiene en el segundo piso una sala de planta octogonal (Sala de los Alcaides) cubierta por bóveda en cruz ojival, asentada en ocho columnas de fuste delgado. La línea abaluartada del siglo XVII presenta planta en el formato estrellado, originalmente rodeado por foso, hoy casi totalmente cubierto.

Torre del Homenaje

Bóveda de cruz ojival en la Torre del Homenaje

En la época de la Reconquista cristiana de la Península Ibérica, la población fue inicialmente conquistada por los hermanos Pedro y Álvaro Rodrigues y poco tiempo después perdida. Fue en 1166 conquistada por Geraldo Sin Pavor, después de eso, y hasta el reinado de D. Dinis, fue perdida y reconquistada cuatro veces más. En el año 1117, el foral de la villa fue confirmado en 1217 por D. Alfonso II (1211-1223). El definitivo dominio cristiano de la región, sin embargo, sólo se alcanzaba a partir de 1232.

En el reinado de D. Dinis (1279-1325), la población recibió nueva Carta de Foral (9 de diciembre de 1295), procediendo a la reconstrucción del castillo. Para ese fin la Orden de Avis hizo una donación de un tercio de los ingresos de la iglesia de Moura en 1320, para completar las obras emprendidas en el castillo, se erigió en este período una línea de torres de vigilancia cubriendo la raya, de las cuales sobrevive la Atalaia de la Cabeza Magra, la cual visitamos.

Atalaia de la Cabeza Magra

En la segunda mitad del siglo XIV, bajo el reinado de Don Fernando (1367-1383), se inició una segunda cerca amurallada, envolviendo los nuevos límites de la población. Después de su fallecimiento, la villa y su castillo tomaron partido por D. Beatriz y Juan I de Castilla hasta la época de la batalla de Aljubarrota.

Plantas dos castelos de Moura e de Noudar. Autor: Duarte de Armas (Libro de las Fortalezas (1509). Fuente: Archivo Nacional da Torre do Tombo, Lisboa.

En el reinado de D. Manuel I (1495-1521), la villa y su castillo se encuentran dibujados por Duarte de Armas (Libro de las Fortalezas, 1509), donde destaca la Torre del Homenaje rodeada por una muralla que se abre a la puerta en arco apuntado. En 1512, el soberano otorgó el Foral Novo a la villa. Por esa época serían iniciadas obras de modernización de sus defensas. 

Projeto para Fortificação de Moura. Autor: Nicolau de Langres (1661). Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal

Durante la Guerra de Restauración, Juan IV (1640-1656), ordenó la modernización y el fortalecimiento de la antigua fortificación, dada su posición estratégica en la frontera con España. De ese modo, con proyecto a cargo de Nicolás de Langres, se erigió una línea abaluartada, envolvente del pueblo, reforzada por revellines. Es también, de este período, el llamado Edificio de los Cuarteles.

Fue ocupada durante la Guerra de Sucesión de España, siendo destruidas parcialmente las murallas (dañando parte de la Torre de la Saluquia), en la secuencia de la retirada de las fuerzas españolas bajo el mando del duque de Osuna (1707). En ese siglo sufrió nuevos daños por el terremoto de 1755. Desguarnecida a partir de 1805,  posteriormente, en 1850, José Pimenta Calza hizo demoler el tramo Oeste del muro de la alcazaba, para dar lugar al lagar de Vista Alegre.

El terreno del Castillo de Moura y el propio castillo fue comprado en 1915 por Tiago Romano. Las ruinas del Convento de las monjas Dominicas e Iglesia anexa se encuentran clasificadas como Propiedad de Interés Público por Decreto publicado el 27 de marzo de 1944.

Convento de Nuestra Señora de la Asunción

Torre del Reloj

Torre de Saluquia

Baluarte

Leyenda de la Moura Salomón


"La bella Salomón era hija del gobernador musulmán de la región, Abu Hassan y estaba novia de un joven que había sido nombrado alcaide del castillo. Día tras día, inclinada desde lo alto de una de las torres, aguardaba ansiosamente la llegada de su novio, que partió para combatir a los cristianos. Estos, sin embargo, avanzando a la conquista del pueblo hicieron una emboscada al joven moro y lo mataron, así como a sus compañeros. Se vistieron con sus trajes y con este ardid consiguieron que les abrieran las puertas del castillo. Al percibir el engaño, la bella mora Salomón, prefiriendo la muerte a ser esclava y cautiva de los cristianos, se arrojó de la torre, acompañando en la muerte al amado. Y así se explica el origen del nombre Moura".

Más fotografías de Moura en mi ÁLBUM DE GOOGLE.

Castelo de Elvas


El "Castelo de Elvas" está ubicado en el municipio de Elvas, distrito de Portalegre, en Portugal. Actualmente forma parte del complejo "Fronteiriça y Ciudad Guarnición de Elvas y sus Fortificaciones" clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el 30 de junio de 2012. A tan sólo 15 kilómetros de Badajoz, en España, Elvas era un punto estratégico para la defensa de la comarca del Alto Alentejo. Por ello, ha concentrado, a lo largo de los siglos, un potente sistema defensivo basado en las suaves elevaciones distribuidas por el llano circundante y en el vecino río Guadiana.

Castelo de Elvas: Imagen Satélite. Fuente: Google Earth

En la Edad Media, el papel del castillo era complementario a la invocación expresada en el escudo de armas de la ciudad: “Custodi nos domine, ut pupilam oculi” (Guárdanos, Señor, como las pupilas de los ojos). Actualmente es considerado como uno de los mejores ejemplos de la evolución histórica de la arquitectura militar en Portugal y en Europa.

La primitiva ocupación humana de su yacimiento se remonta a poblaciones celtas, posteriormente sucedidas por los romanos, que la urbanizaron a partir del siglo II a.C., con el fin de atravesar algunas de las calzadas que cortaban el sur de la península ibérica. El pueblo se conocía entonces como "Helvas". Algunos autores entienden que una puerta en el interior del castillo es testimonio de este período, al que atribuyen rasgos constructivos romanos. Con la caída del Imperio Romano de Occidente a partir del siglo V en adelante, el asentamiento fue ocupado sucesivamente por suevos y visigodos.

Planta del Castillo. Fuente: Centro de Interpretación del Castillo.

A partir del siglo VIII fue conquistada y ocupada por musulmanes, quienes construyeron la primera fortificación. Muhammad al-Idrisi, geógrafo musulmán del siglo XII, se refiere a la ciudad como "Ielbax". Fue temporalmente conquistada en 1166 por las fuerzas de Alfonso I de Portugal (1143-1185), posiblemente por Geraldo sem Pavor cuando fue conquistada Juromenha (1169). Volviendo a manos musulmanas, bajo el reinado de Sancho II de Portugal (1223-1248), resistió el asedio de las fuerzas portuguesas (1200), siendo conquistado y abandonado por las tropas leonesas y portuguesas (1226) hasta ser hostigado y conquistado definitivamente en 1228 por fuerzas portuguesas. Abandonado por la población musulmana, y con el objetivo de atraer a los colonos cristianos, el pueblo recibió su primera carta, ya en mayo de 1229. La remodelación de sus defensas comenzó en este período, con la reconstrucción del castillo y las vallas urbanas.

Se atribuye al reinado de Dinis I de Portugal (1279-1325), que otorgó una nueva carta constitutiva al pueblo (1231) para la construcción de una de las torres. Más tarde en la guerra entre Portugal y el reino de Castilla bajo el reinado de Alfonso IV de Portugal (1325-1357), sufrió el acoso de las fuerzas de Alfonso IX de Castilla, de 1325 a 1327, durante dos días en 1334, y en 1337. Aún en este reinado se inició una nueva cerca, obra terminada en el reinado de Fernando I de Portugal (1367-1383) y que quedó en la memoria del pueblo como “cerca fernandina”.


En la Tercera Guerra Fernandina (1381-1383), sufrió el acoso de las tropas castellanas al mando del Infante D. João de Portugal, hijo de Pedro I de Portugal con Inês de Castro (1381). Poco tiempo después, en el contexto de la crisis sucesoria de 1383-1385, el alcalde del castillo se puso del lado de Beatriz de Portugal. La población, sin embargo, bajo el al mando de Gil Fernandes, tomó el castillo, arrestó al alcalde y, en palabras del cronista, Elvas “tomou voz por Portugal”. En consecuencia, teniendo a Gil Fernandes como nuevo alcalde, resistió un asedio de las fuerzas al mando de João I de Castela, que duró 25 días (1385).

Castelo e Cercas Medievales de Elvas. Autor: Duarte de Armas (Livro das Fortalezas, 1509). Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal

João II de Portugal (1481-1495) encargó nuevas obras, entre ellas la reconstrucción de la torre del homenaje (1488), como atestigua el escudo de armas de este soberano en la puerta de entrada. Bajo el reinado de Manuel I de Portugal (1495-1521), en 1498 se llevaron a cabo obras de reconstrucción en el castillo. Entre 1511 y 1512 el soberano hizo construir algunas torres en los muros, además de reparar dos que estaban dañadas. El Foral Novo da Vila (1512) data desde este momento a la ciudad (1513). Posteriormente, en ese siglo, se elevaría la Diócesis (1570). Estos dos últimos soberanos fueron los responsables de la modernización del castillo al sistema abaluartado, con líneas renacentistas, época en la que comenzó a predominar la función residencial (paço), a cargo de los alcaldes de la ciudad.

Hasta la Edad Moderna, la defensa constaba de tres cercas defensivas, conservando las dos estructuras importantes más antiguas de la época musulmana.


La línea de defensa interior se eleva hacia el noreste, en la cota más alta del terreno, 320 metros sobre el nivel del mar, habiendo llegado a sus dos antiguas puertas: la Alcáçova y el Miradeiro. Consiste en el castillo construido durante el reinado de D. Sancho II, remodelado en el de D. Dinis y reforzado en los de D. João II y D. Manuel I. Está flanqueado por dos torres de planta cuadrangular, la más alta correspondiente al torreón. Fue utilizado como residencia por los alcaldes de Elvas hasta el inicio de la Unión Ibérica (1580-1640), y en su interior conserva una hermosa sala de bóveda de crucería. La Puerta de Armas está protegida por un balcón sostenido por ménsulas, donde se exhibe el escudo de armas de D. João II. En sus maltrechos muros hay una torre hexagonal irregular, rasgada por aberturas de troncos y cubierta por una cúpula semiesférica. La parte superior de esta torre está cubierta por un parapeto protegido por un parapeto con anchas almenas. 

La línea de defensa intermedia se vio comprometida por la expansión urbana. Sus muros fueron abiertos por cuatro puertas: Ferrada, Porta Nova o Encarnação, Santiago y Do Bispo. 



En la línea de defensa exterior más reciente, completada durante el reinado de D. Fernando, reforzada por veintidós torreones y una barbacana, se abrieron originalmente once puertas, reducidas a tres por las reformas del siglo XVII (la Évora, Olivença y São Vicente). Esta defensa también fue parcialmente absorbida por la expansión urbana.

El castillo y sus cercas defensivas fue catalogado como Monumento Nacional no país, por Decreto de 27 de setembro de 1906, publicado no Diário do Governo, 1.ª série, n.º 228, de 9 de outubro de 1906.

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Castillo de Marmionda


El castillo, situado sobre un elevado promontorio, en la localidad de Portezuelo (Cáceres), domina la "Vía Dalmacia" que une la Sierra de Gata con la Vía de la Plata. El origen del castillo está en la ocupación musulmana de la península ibérica, aunque no hay referencia alguna anterior al año 877, en el cual ya se cita dicho castillo. Es un emplazamiento que desempeñó un cometido estratégico durante la reconquista desde finales del siglo XII hasta su toma definitiva por Alfonso XI en 1213. El monarca lo entrega a la Orden de Alcántara, que mantuvieron un pleito con los Caballeros del Temple, que se consideraban con derechos sobre el castillo por haberles pertenecido temporalmente tras la conquista efímera de Fernando II en 1167. Durante estos años y conforme la frontera con los musulmanes se alejaba, mantuvo su función defensiva pero esta vez contra las posibles incursiones del Reino de Portugal.  Fueron varios los asaltos y asedios que sufrió este castillo y por tales motivos la orden de Alcántara comenzó su reconstrucción a partir del siglo XIV. Durante el siglo XVI el estado del castillo llego a rozar la ruina, el 2 de abril de 1548 se le encargó a Pedro de Ybarra que realizase las obras, siendo comendador de Portezuelo don Fadrique Enríquez. Dichas reformas se hicieron para adaptar la fortaleza a las nuevos métodos defensivos y a las armas de fuego.

Fortificación. Imagen Satélite. Fuente: IDE Extremadura

Tradicionalmente se conoce con el nombre de Marmionda, que evoca la romántica y trágica historia de amor entre la bella Marmionda, hija del alcaide moro de la fortaleza y un noble caballero cristiano y a la cual dedico unas líneas más adelante en esta entrada. La Orden de Alcántara constituyó aquí una encomienda con sede en el castillo, construyendo poco a poco residencias, espacios administrativos, sin descuidar la defensa. 

Existieron tres recintos concéntricos, de fuera a dentro serían barrera, adarve y alcázar. De la barrera no se conservan restos apenas, del adarve a modo de barbacana persisten algunos lienzos y parte de una impresionante puerta gótico-mudejar de época medieval. En cuanto al alcázar es el recinto interior o castillo propiamente dicho, se pueden ver la mayor parte de sus muros de fabricación musulmana y las dos torres que se adosan a los muros y que son de fabricación cristiana, la oriental es la Torre del Homenaje, ahora están casi desmoronadas en un estado crítico de conservación, una lástima. El interior del recinto es ahora un montón de ruinas entre las que se encuentra un aljibe de grandes proporciones.

Esquema de la Fortificación. Fuente: Panel Informativo

La fortaleza, que se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español, tras la remodelación que sufrió el a finales del siglo XX, quedó en estado de ruina consolidada. Actualmente se encuentra incluida en la Lista Roja del Patrimonio.




Como he indicado previamente, la denominación de Marmionda viene dada de una conocida Leyenda local, que paso a relatar:
    En época de los Reinos Taifas, el Alcaide musulmán que regia el castillo era conocido en todo el territorio por la inigualable belleza de su hija, cuyo nombre era Marmionda. Además de su extremada belleza, la joven era el orgullo de su padre por sus virtudes y bondades.
    En una de las frecuentes incursiones fugaces de saqueo y rapiña en tierras del enemigo por parte del alcaide del castillo, se topan con una partida de soldados leoneses y extremeños que por un cumulo de circunstancia se hallaba perdida. Tras una breve y desigual batalla, por ser el ejército musulmán superior en número, el capitán que mandaba las huestes cristiana manda rendir armas.
    Apresados, son conducidos al castillo de Portezuelo donde son encerrados en sus mazmorras, hasta que, como es costumbre, pagaran su rey o familiares el satisfactorio rescate por su libertad. No tarda mucho el alcaide del castillo, en averiguar que entre sus prisioneros se halla un noble caballero de alta alcurnia leonesa, el cual es conducido ante su presencia.
    “Veo que sois vos quien estabais al mando de estas tropas, pues respeto y obediencia os otorgan los de mas prisioneros. Creo que por vos conseguiré más tesoros que por todos ellos juntos. Decidme vuestro nombre noble caballero.” -Habló el alcaide.-
    Escuchado su nombre, el alcaide mandó mensajeros a tierras cristiana solicitando por escrito el rescate de sus prisioneros.
    -Y tras esto dijo el caballero leones: “Y una cosa sólo os ruego, que como se trate a mis caballeros, se me trate a mí.” Dijo el caballero leones.
    “Así se hará, pues bárbaros no somos.” –Respondía el alcaide justo en el momento que en la sala entraba su bella hija.-
    “Padre quiero hablar con vos…, perdonadme padre, no sabía que estabais ocupado.” Dijo al darse cuenta de la presencia del noble caballero cristiano.
    Un cruce de miradas bastó para que en ese instante, el noble cristiano quedara prendado de la hermosura de Marmionda, y que ella le correspondiera con una dulce sonrisa y un brillante resplandor en sus ojos.
    Durante meses de espera en la prisión, la joven sarracena aprovechaba, sobre todo en ausencia de su padre, para visitar al prisionero caballero y corresponder a sus galanteos. Día a día, momento a momento, entre palabras y miradas ese secreto amor fue creciendo. Más cristiano él y mora ella, ante la realidad de un amor imposible, ellos no se daban por vencidos.


    Y fue pasando el tiempo hasta que, un día llega al castillo una comitiva leonesa con el dinero del rescate solicitado, la libertad estaba próxima, mas el no la anhelaba, no sin su joven amada. Pero debía partir hacia tierras cristianas. Triste fue la despedida de la pareja enamorada, tras un fugaz y oculto beso, él le promete que regresará con la espada envainada y con sus manos abiertas llenas de tesoros para agasajar al alcaide y apelando a su corazón pedir por amor desposar a su hija. Mas llorando queda Marmionda.
    Pasaron los meses, y la antes risueña, vital e ilusionada Marmionda, es ahora por la ausencia de su amado caballero, una triste e indiferente mujer ante los ojos de su padre. Este, preocupado por el estado de su amada hija, y sin saber los motivos reales de su calvario, intenta alegrar a la joven a través de regalos y caprichos, mas nada funcionaba y por recomendación de sus consejeros decidió que en edad casadera ya estaba y por tanto debía elegirle un esposo digno a la altura de su amada hija.
    Los más nobles aspirantes sarracenos de la comarca llegaron para desposar a la bella Marmionda, ella entre tanto, como no podía oponerse a la voluntad de su padre, retrasaba su decisión mediante artimañas, una y otra vez, dando tiempo así, a la llegada de su amado caballero cristiano. Pero el tiempo pasaba, y su padre ante las reiteradas excusas de la hija, le eligió marido, y poniendo fecha y hora, daba por comienzo los preparativos del enlace.
    Visto que el tiempo apremiaba, Marmionda decide enviar un emisario de su confianza al reino de León para que carta en mano, informe a su cristiano caballero de los esponsales decididos por su padre.
    Y sin noticias algunas, llegó el día de la boda. Mientras, Marmionda en su cámara era atusada, peinada y vestida de seda multicolor, pero sus pensamientos y su mira estaban perdidos en la lejanía que veía a través de su ojival ventana. Para ella ya no había esperanza, sus sueños de amor quedarían rotos, sus ilusiones desparecidas, su tristeza eterna, ahora pasaría su vida al lado de un hombre que no amaba, alejada de su castillo, de su padre, y sobre todo de su único amor.
   Pero en ese momento, en el horizonte divisó una nube de polvo, su corazón comenzó a latir frenéticamente, ¿sería su amado que venía a reclamar su amor?
    El cuerno de aviso de peligro resonó en el castillo, los vigías habían divisado jinetes  cristianos dirigiéndose rápidamente hacia el castillo. El pánico se apodero del recinto amurallado. Entre el alboroto de sorpresa y miedo, los gritos de los capitanes sarracenos se escuchaban por las almenas y murallas del castillo.
    Antes de llegar al alcance de sus arqueros, las tropas cristianas se detienen, y ante el asombro de los defensores, dos jinetes junto a un abanderado con el emblema leonés, se acercan al paso pidiendo parlamento.
    Desde la ventana de sus aposentos, la joven Marmionda enseguida reconoce a su amado caballero entre los jinetes que se acercan, la sonrisa vuelve a su cara, fiel a su palabra el caballero cristiano había vuelto a por ella.
    Las puertas de castillo se abren, y tras ella a caballo sale el alcaide junto a uno de sus capitanes y su abanderado al encuentro de la avanzadilla cristiana. Al acercarse el alcaide reconoce a uno de los caballeros, es su antiguo prisionero.
    “Como osáis presentaros armados a tan insigne ceremonia, sin que tan siquiera estabais invitados, que pretendéis interrumpiendo así el enlace de mi hija.” -Dijo indignado el alcaide.-
    “Mi señor, en los meses que pasé preso en sus mazmorras quedé prendado de amor de su hija Marmionda, de la cual dulcemente correspondido. Os ruego que paréis este enlace desdichado, y me entreguéis su mano a mí en sagrado matrimonio, yo colmaré de amor y riquezas…” –Hablaba el capitán cristiano cuando es interrumpido por el alcaide.-
    “Pero como pudo ser, y a mis espaldas. Mentís bellaco, mentís. Como os atrevéis, jamás entregaré la mano de mi hija a un perro cristiano.” –Y tras estas palabras el alcaide dio por concluida la reunión, y al galope se dirigió hacia su castillo.-
    El capitán leonés, que había jurado reunirse con su amada, ante aquella beligerante actitud, decide que si no es por las buenas, será por las malas, y reúne a sus jinetes en formación de ataque. Ante la sorpresa y estupor del alcaide ya al frente de sus tropas, pues nuevamente les superaban en número, manda atacar la fortaleza.
    La lucha es encarnizada. Mientras la bella Marmionda, observa el devenir de la batalla con el corazón dividido, tiene sus ojos puestos en valiente caballero que entre mandoble y mandoble se va acercando al castillo. Sufre y llora, la bella Marmionda, mas por miedo que por amor.
    En el fragor de la contienda, la joven ve como su amado caballero es abatido de su caballo por un golpe de cimitarra, el caballero yace ahora en el suelo rodeado de sangre. Quieto, inmóvil, pasan los minutos, y la bella Marmionda, creyéndole muerto, destrozada y sin razón ya para su existencia, se arroja desde su ojival ventana al vacío, estrellándose su dulce cuerpo sobre las escarchadas rocas que cimientan el castillo.
    En ese preciso instante, el amado caballero recobra el conocimiento perdido tras interminables minutos, por el brutal golpe dado en su cabeza tras ser apeado del caballo, pero ya es demasiado tarde, un brutal grito de dolor resuena en todo el castillo, al ver el cuerpo de su amada yacer destrozado entre los riscos.
    Presa de la ira, la pena y la locura, el capitán cristiano, arroja su espada y raudo comienza a escalar uno de los riscos más elevados que protegen el castillo y una vez en lo más alto de su cima, tras santiguarse, se arroja también al vacío, y rebotando de peña en peña su cadáver mutilado va a parar, fruto del destino junto al de su amada y bella Marmionda, donde quiso Dios o Alá, que sus manos se entrelazaran como símbolo de su amor más puro.

(Fuente: Jesús Sierra Bolaños)

Castelo de Alter Pedroso


El Castelo de Alter Pedroso, se encuentra en el municipio de Alter do Chão, era lugar fortificado destinado a refugio y a vigilancia situado en un lugar inexpugnable, y desde donde hay unas vistas del entorno que propiciaban la defensa del lugar. Además de los restos existentes de la fortificación, también quedan los restos de una ermita medieval. La fortificación usó los grandes afloramientos rocosos como defensa natural, interconectándolos con paños de muralla.

Imagen Satélite del Castillo. Fuente: Google Earth

Se sabe que fue fortificada en algún momento entre los siglos XII y XIII, perteneciendo en 1211 a la orden de Avis. En los documentos entre 1359 y 1450 consta como castillo, habiéndose construido en ese período probablemente la ermita de San Benito. Para 1662, prácticamente desguarnecido, fue atacado y arrasado por las fuerzas de Juan de Austria en el contexto de la Guerra de Restauración de la Independencia. En 1977 os restos fueron clasificados como Inmueble de Interés Público.



De la primitiva estructura sólo queda un portal de estilo gótico, partes de muralla en ruinas y la puerta de la Capilla de San Benito en el interior. El conjunto está constituido por restos de tramos de muralla y de un torreón cubo. La Ermita de São Bento presenta planta longitudinal simple. Internamente presenta nave única. De la puerta principal se conserva lo que aparenta ser la mitad de un arco quebrado biselado, hecho en albañilería de ladrillo.




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Castelo de Alter do Chão


La ocupación humana primitiva de este sitio se remonta a tiempos prehistóricos. En la época de la romanización, el pueblo se desarrolló atravesado por una de las tres vías que unían “Olissipo” (Lisboa) con “Emérita Augusta” (Mérida). Posteriormente devastado por las legiones del emperador Adriano (117-138), este evento pudo haber determinado la construcción de una fortificación romana.


Foto Satélite del Castillo. Fuente Google Earth


Croquis del Castillo. Fuente: Centro de Interpretación

La primitiva construcción del castillo es de los años 912-961 durante el gobierno de Ab-al-Rahman III. Ya en la segunda década del siglo XIII la localidad fue conquistada por los ejércitos cristianos, ordenando su repoblamiento Afonso II en 1216. Alfonso III de Portugal otorgó la Foral en 1249. Dinis I de Portugal visitó el pueblo en varias ocasiones, otorgándole una nueva carta en 26 de agosto de 1293.


En 1327 el rey D. Pedro I ordena la reconstrucción del primitivo castillo, como así confirma la inscripción existente en la puerta del mismo. El castillo toma entonces la configuración que ya hoy observamos. Manuel I de Portugal concedió el Foral Novo a la villa el 1 de junio de 1512, fechando en este período la construcción de la puerta de azulejos de la casa del alcalde. El castillo estuvo en posesión de la Casa de Bragança desde las primeras décadas del siglo XVI.



En el contexto de la Guerra de Restauración (1640-1668), el pueblo formaba parte de la segunda línea de defensa. El pueblo y su castillo fueron conquistados y ocupados por las fuerzas españolas al mando de D. Juan José de Austria en 1662. Desde entonces el castillo ha pasado por la propiedad de diversas familias: en 1840 es comprado por José Barreto Cotta Castelino; en 1892 es adquirido por José Barahona Caldeira de Castel-Branco Cordovil; en 1942 es comprado por la casa agrícola de Francisco Manuel Pina e Irmãs; finalmente en 1955 la propiedad pasa la Fundação da Casa de Bragança. Siendo clasificado como Monumento Nacional en 1910.


El castillo se encuentra hoy en buen estado de conservación. Actualmente está bajo la tutela del Ayuntamiento de Alter do Chão, en él se encuentra instalado el núcleo museológico constituido por un centro interpretativo y salas de exposiciones.




Este castillo es un ejemplo de arquitectura militar de estilo gótico temprano. Presenta planta cuadrada, orientado en el eje nordeste-sudeste, con las murallas de esquisto y granito, protegidas por seis torres, cuatro de ellas en los ángulos, un torreón lateral en la muralla nordeste y una torre-puerta en la fachada sudeste. Apoyado en el muro del lado derecho al entrar en la plaza, se encuentra el epígrafe y la lápida con el escudo de armas de la Casa de Braganza, que dice: “Era Miléssima: CCC y Noventa V Años (=1357) XXII días de septiembre muy noble rey Dom Pedro Mandou para hacer este su castillo D'Alter do Chão”. 



La puerta de armas da acceso a un túnel en el que existen dos puertas más, desembocando en la plaza de armas, en cuyo centro se encuentra el pozo y la cisterna. La Torre del homenaje se encuentra al oeste de la fortificación, y entre ella y la torre norte, se encuentran las ruinas de lo que fue la residencia del alcaide, hoy convertida en sala de exposiciones y espacio museológico. En la fachada suroeste, junto a la torre del homenaje se encuentra la puerta de la traición.


No nos vamos del municipio sin visitar el Ponte Romana de Vila Formosa, construido en el siglo I, sobre el río Sea, es considerado uno de los más importantes en el país vecino fue construido en la vía que comunicaba Olisipo (Lisboa) con Augusta Emerita (Mérida). La estructura está constituída por seis arcos iguales entre si, con el suelo horizontal empedrado, con cerca de 116,50m de longitud, por 6,70m de ancho. Entre los arcos existen cinco huecos en forma de pórtico, que posibilitan que el agua escurra en las alturas de lluvias fuertes. 




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Fortaleza de San Juan de Mascoras


Se encuentra situada en la localidad de Santibañez el Ato, en la provincia de Cáceres. Esta fortaleza ya figuraba como emplazamiento militar en las campañas de la Reconquista que llevaron a Fernando II hasta Alcántara en 1166. El lugar se conoce entonces como "San Juan de Mascoras", nombre que como el castillo, se remonta al siglo IX. Se trata de uno de los más importantes dominios de la Orden de Alcántara, ya que, además de fortaleza de interés estratégico fue sede de una Encomienda de la Orden.

Castillo de San Juan de Mascoras. Fotografía Satélite. Fuente: IDE Extremadura

Como curiosidad estos fueron los gobernantes del castillo durante su máximo esplendor, cuando la aldea de Santibañez se alzaba poderosa sobre los dominios de la Orden de Alcántara, los maestres observaban desde la torre del homenaje.  El primer comendador de Santibáñez de que tenemos noticia es frey Miguel Sánchez, familiar muy allegado a frey Garci Sánchez, que en 1217 era maestre de la Orden de Alcántara. Sucedió a frey Garci en el maestrazgo frey Arias Pérez. Los comendadores de Santibáñez fueron: frey Miguel Sánchez, en 1227; frey García Gómez, en 1294; frey Ruy González, en 1297; frey Suero Pérez, que después fue maestre, en 1316; frey Vasco Pérez, en 1318; frey Alvar Pérez, en 1335; frey Gonzalo Martínez, en 1340; frey Pedro Alonso, en 1340; frey Pedro Chamizo (hermano del maestre), en 1341; frey Suero Martínez, en 1345; frey Diego Pérez, en 1362; frey Rodriga Alvarez, en 1364; frey Alonso Fernández, en 1367; frey Rodrigo Yáñez (hermano del maestre), en 1386; frey Luis González de Valdelomar, en 1394; frey Gonzalo Alvarez de Villagutiérrez, en 1403; frey Gonzalo Alvarez de Villasayas, en 1426; frey Alonso de Villasayas, en 1450; frey Pedro de Villasayas, en 1466; frey Luis de Villasayas, en 1494. 



Se encuentra situada en lo alto de un escarpado cerro, siguiendo el trazado de las curvas de nivel, por lo que tiene una planta irregular. Esta compuesto de varios cinturones concéntricos, como es común en este tipo de fortalezas medievales: a un lado la barbacana que envuelve el caserío de la "villa vieja", en el otro lado la fortaleza propiamente dicha y por último en el ángulo más prominente del cuerpo principal se encuentra el alcázar, apenas apreciado cuando estás sobre el terreno.

La barbacana es de origen medieval y se configura en forma de polígono irregular con cubos semicilíndricos en algunos de sus ángulos. Su construcción primitiva fue a base de piedra y barro, ya a mediados del siglo XVI fue reparado y reforzado. Aún conserva su Puerta Principal o de la Villa renacentista y otra pequeña puerta llamada Puerta de Gata. 




El segundo recinto ha sufrido grandes desperfectos, en los documentos antiguos se indica que incluso llegó a tener aposentos en su interior, así como una capilla, caballerizas, tahona, así como varias puertas y diversas torres. Sin embargo hoy día tan solo persisten las ruinas de un aljibe medieval. Del viejo alcázar que se hallaba en el punto mas alto se conoce, por los escritos, que estaba defendido por varias torres y que se constituía a modo de casa fuerte. Hoy día su interior está ocupado por un antiguo cementerio que le da un aspecto un tanto tétrico al lugar.

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